Una casa de campo en Mallorca que lo tiene todo: calma, carácter y color en su justa medida



¿Alguna vez has entrado en un espacio que te susurra al oído "estás en casa"? Pues eso es exactamente lo que transmite esta joya mallorquina. Una casa de campo que mezcla con maestría lo rústico y lo moderno, lo neutro y lo colorido, lo elegante y lo vivido. 

¿Se puede pedir más? 

Vente conmigo, que te lo cuento espacio por espacio y te dejo unas ideas para que puedas llevarte un trocito de esta maravilla a tu casa.



El salón: equilibrio entre serenidad y vitalidad


Nada más cruzar la puerta, te recibe un salón bañado en luz natural, con techos altos y paredes encaladas que abrazan la calidez de una chimenea de piedra natural. ¿Y sabes qué es lo mejor? Que aunque la base es neutra (blanco, madera, lino), los acentos de color los dan los accesorios: un cuadro rojo vibrante en la pared, un mueble antiguo pintado en un amarillo casi fosforescente, y sobre él, una copa verde azulada que le da ese puntito de alegría mediterránea que tanto nos gusta.

El gran sofá de lino crudo parece invitarte a no hacer nada (y eso, en decoración, es un arte). Las butacas con cojines en tonos tierra y mar se complementan con una mesa baja de madera oscura de formas orgánicas y otra de mármol con base metálica que añade un guiño contemporáneo. ¿El detalle estrella? Unas bandejas de cerámica en azul añil y mint sobre la mesa del salón que parecen traídas directamente de un mercadillo artesanal en Sóller.


El porche exterior: donde el relax mallorquín cobra vida

Salimos al exterior y nos encontramos con uno de esos porches que no se olvidan: Fachada de piedra sin pulir, y un pavimento continuo de cemento blanco tratado con pigmentos y gravas blancas en el exterior de la vivienda. Una pérgola de hierro forjado al igual que los cerramientos, enmarca la entrada. Una elección muy pensada, son de hierro forjado al estilo antiguo, porque es un material que permite fabricar perfiles finos. A su belleza estética, propia del trabajo artesanal, se une el acertado tono topo escogido. Esta elección busca reducir el impacto visual en el entorno, manteniendo una estética serena y respetuosa con el paisaje.

La zona de estar al aire libre tiene una bancada de obra en tonos crudo y gris claro, con un par de cojines. Las plantas mediterráneas —ciprés, y olivos— enmarcan el porche, mientras que enredaderas como buganvillas trepan con gracia por la pérgola. El jardín seco que rodea el porche se funde con la naturaleza, creando una continuidad visual perfecta.

Y cómo no, una fuente con estanque alargado. De líneas limpias y agua turquesa, acompaña con su sonido los pasos hasta la entrada principal, integrándose de forma natural en este oasis mallorquín. ¿Lo mejor de este espacio? Que se puede convertir en un salón más, pero al aire libre. Una fusión perfecta entre interior y exterior que refleja ese estilo mediterráneo contemporáneo que respeta la tradición y la hace brillar.



Cocina abierta: funcionalidad mediterránea con alma slow

¿Y la cocina? Madre mía… ¡qué fantasía! Abierta al salón, con una isla central que invita a desayunar sin prisas o a brindar con amigos mientras se cocina. Sobre la isla cuelga una campana sencilla que no roba protagonismo. Los muebles de la isla y del aparador anexo son de un tono chocolate oscuro que aporta profundidad. En este último, libros y fuentes cerámicas hacen de la decoración algo vivo y cotidiano.

Los muebles pegados a las paredes son casi "greige", mimetizándose con el entorno sin perder personalidad. Y ojo al detalle: los tiradores metálicos, la encimera de piedra natural o quizá silestone blanco (más blanco que los muebles, al menos), todo suma para un conjunto equilibrado.
Sobre la mesa de comedor de madera natural en bruto —coronada por una original lámpara de rejilla con pajaritos— descansan varias granadas de cerámica, otro guiño artesanal que enamora. Las sillas que rodean la mesa son todas distintas, ¡y ahí está otro gran acierto!.


Dormitorio principal: un refugio de calma con alma bohemia

Y para terminar, nos metemos en el dormitorio… y casi me dan ganas de echarme una siesta solo de verlo. Techos altos, paredes en blanco roto y un suelo que continúa la misma paleta, creando una sensación de continuidad que relaja.

A los pies de la cama, una alfombra de piel que invita a andar descalza, acompañada de una butaca de rattán y cojines beige. La cama, con cabecero de obra, es una oda al diseño orgánico, arropada por capas de lino, algodón y cojines en terracota, blanco roto y beige.

¿Lo más especial? Un conjunto de espejos de sol dispuestos de forma asimétrica a un lado de la cama, que aportan ese toque chic sin caer en lo ostentoso. Completa la escena una lámpara de madera que le pone la guinda al pastel.

¿Y si llevamos un pedacito de esta casa a la tuya?

Si esta casa mallorquina te ha conquistado tanto como a mí, aquí van algunas claves para inspirarte:
  1. Base neutra bien pensada: blancos rotos, beiges y maderas naturales crean un fondo tranquilo que admite cualquier capricho decorativo.
  2. Toques de color con intención: azul, mostaza, terracota... Poco, pero bien colocado.
  3. Materiales con alma: lino, madera, piedra, cerámica. Nada artificial, todo con textura.
  4. Luz, luz, y más luz: que entre por todas partes, y si no hay ventanales mallorquines, ¡unas buenas cortinas de lino obran milagros!
  5. Mezcla sin miedo: lo antiguo y lo nuevo, lo rústico y lo moderno, lo geométrico y lo orgánico. El secreto está en el equilibrio.
📝 Este artículo parte de un maravilloso reportaje publicado en Elle Decor, un trabajo precioso firmado por el interiorista Rafael Fullana, de PROJECT MANAGER wabi-sabi designer. Las fotografías, que capturan a la perfección la serenidad y la luz de esta casa de campo en Mallorca, son obra de la talentosa Montse Garriga. Yo solo pongo voz a lo que me inspira y lo comparto con cariño, como quien enseña una joyita a una amiga. 💫

¿Qué te ha parecido esta casa? ¿También te ha dado ganas de escaparte a Mallorca con una maleta llena de cojines y jarrones? 😄 Te leo en comentarios y, como siempre, ¡gracias por acompañarme en este paseo decorativo!

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